La historia de Pánico Ramírez puede resumirse más o menos así: un embarazo de tres años largos (en los que, cuentan, hubo algunos cambios de nombres y de sonidos) y un nacimiento feliz, acertado, que se llama Al fin solos y acaba de hacer que una banda de rock nueva gane un Gardel en el rubro Mejor Disco Electrónica. ¿Lo bautizaron rocktrónica, entonces? “El embrión de la banda es un disco que grabamos Diego [Baus, voz y guitarra] y yo en una época más rockera. Pero a nosotros nos gusta hablar del principio de la banda a partir de esta formación y de este sonido”, recuerda Germán Lentino, hoy en bajo y sintetizadores. “La génesis de la banda coincide con la del disco. Cuando finalmente terminamos de grabar, entendimos que había un todo que tenía sentido.”
MENOS ES MAS El vuelco hacia la electrónica llegó con la incorporación de la jovencísima Grises Arquimbau (que sumó voces, guitarra y sintes a sus 22 años) y de la mano del DJ amigo Javier Zuker. Durante horas, días, semanas, la banda y Zuker se juntaron a escuchar discos para empezar a articular el sonido que buscaban inyectarle a Al fin solos, que fue grabado en parte en Unísono, el estudio de Gustavo Cerati. “El proceso no fue nada corto. Es mucho más rápido que un productor escuche los temas y te diga: «Bueno, van a ir éstos y se arreglan de tal forma». Acá fue todo mucho más lento y consensuado, porque para Zuker también fue la primera vez en la producción de un disco entero. Juntos encontramos esta forma de trabajar”, dice Gastón Morales, el baterista. “Algo muy importante que nos enseñó Zuker es que menos es más. Puede sonar un poco trillado, pero a nosotros esa fórmula nos resultó. El nos ayudó a trabajar con instrumentos rockeros y electrónicos, sumando un concepto más minimalista.”
ACCION Y REACCION Empezar a dar los primeros pasos en 2004 y conseguir lugares en 2005, post Cromañón, no fue tarea sencilla. Como reacción al cierre masivo de locales, los Pánico se desdoblaron y, además de sus presentaciones como banda tradicional, se animaron a sumar de vez en cuando un DJ-set a modo de resistencia. “Había muchos lugares que no estaban habilitados para que tocara una banda pero que sí permitían que un DJ pinchara. Entonces tratamos de surfear ese momento con la notebook en mano”, explica Gastón. Cuando las cosas volvieron a la normalidad, el formato salvavidas había prendido tanto que prefirieron no deshacerse de él. Así se abrieron la posibilidad de tocar en los grandes festivales. “Está buenísimo que nos hagan lugar tanto en fechas rockeras como en eventos súper electrónicos, porque la gente celebra la entrada de algo diferente. En el Quilmes Rock, por ejemplo, se copan con un rato de bombo en negras y hasta se animan a mover la patita. Y al revés también: si un tipo viene escuchando música electrónica desde hace siete horas, unos minutos de rock le vienen bien. Es una especie de efecto de limpieza.”
Por Natalia Laube