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Manifiesto ilustrado

Manifiesto: Cacería, alimentación y digestión del arte abyecto
Se escucha el grito agudo de una madre en pena… Un llamado a los artistas a ser parte de una experiencia completamente espiritual en búsqueda de una evolución corporal. Refiriéndome con cuerpo al físico, social, cultural, político e histórico: a los diferentes cuerpos que definen la realidad humana de cada ser, el impulso individual, la existencia colectiva.

Así como el proceso de digestión del cuerpo humano, la creación de arte abyecto también requiere de un ciclo alimenticio, viéndolo como una naturalidad que se compone por la cacería, la alimentación y la digestión: se identifica una imagen y su significado, se ingiere, mastica, se procesan las ideas en los ácidos más putrefactos y se crea una opinión que transgrede al ser expulsada.

Este proceso fomenta la liberación transformadora del ser pensante y sensible. Surgiendo de la necesidad de explorar las dimensiones más viscerales de la masa anatómica que nos captura, es un acto de coraje que exige confrontar la incomodidad y el disgusto. En lugar de evitar lo grotesco, el arte abyecto lo abraza y lo expresa sin temor, como génesis que desafía la conciencia, rompe las convenciones sociales y devora lo que a menudo se considera inaceptable.

Comienza una riña entre el cuerpo del artista, el espectador, las figuras de poder y aquellos que no han descubierto este producto viscoso que grita por ser expulsado del sistema interno. La inconformidad se apodera del creador: quiere que se escuchen las voces de aquellos que han sido silenciados y se cuestionan de forma crítica aquellas que no lo han sido.

Cacería

Todo inicia con la curiosidad. En lugar de ser disgustado por lo que ve, el artista se pregunta y se queda con la imagen plasmada en la memoria. No puede evitar pensar en lo que sintió, no lo deja dormir, roe la almohada hasta ser ahorcado por sus hilos desprendidos. Se hunde en lo más íntimo del cadáver. Empezará haciéndolo a escondidas, por temor, pero pronto se dará cuenta de que no está solo. Es el comienzo, la primera degustación de lo que lo devorará desde adentro.

Obligado a identificar qué es lo que le interesa de la obra o el acontecimiento que está viendo, trasciende el gusto o el disgusto y se confronta con la reflexión. El cuestionamiento le perfora las tripas, dándole ganas de vomitar, sobre todo palabras.

Su función es no parar de pensar. Tiene que indagar en los crímenes más crueles de su campo de estudio, su país, su hogar, su familia y su persona. De ahí, seguir los pasos de aquellos que se encuentran en su lugar: creadores en diferentes contextos que comprenden la decadencia del biotipo y lo exploran desde diferentes medios y disciplinas.

La máquina, el cadáver descompuesto, la carne voluptuosa, el deseo sexual, el fluido, la multiplicación de miembros, la violencia, la fragmentación, el horror, el silencio y el ruido indescifrable son lo que le interesa. Lo que construye al destruir.

Alimentación

Al comer lo abyecto se siente un sabor amargo y después ácido. Se ingiere el desecho líquido de toda la basura acumulada. El artista se da cuenta de que debe expulsar lo consumido de alguna forma, pero aun así decide tragar el alimento putrefacto. De esta forma se activa el cuerpo, haciendo que busque acción.

Lo más importante es la indagación interior: el artista debe verse en el espejo, abrir la boca y ahora que sus muelas están negras, poner la garganta recta hasta poder ver su corazón. Palpitará tan fuerte que el sonido se transmitirá como la voz de un aparato de tortura.

Siente cómo tiemblan sus partes. Le crecen las uñas a rápida velocidad, haciendo que rasguñen el suelo. Todo su cabello va cayendo y es tan áspero que al rozar su cuerpo le crea heridas profundas. De ellas sale un fluido marrón, ácido estomacal que le quema la piel. Está procesando lo que acaba de consumir y le arde la boca. Tiene que moverse para aliviar el dolor. Tiene que hacer algo.

El artista está preparado para corromper el sistema exterior y confrontar todo aquello que le han enseñado, expresar las inquietudes que le trituraban la cabeza, escupir su opinión.

Digestión

Siente nervios, pero tiene la iniciativa de crear. Es un acto de rebeldía. No hay más que incertidumbre y caos. Se descubren las verdades que se habían perdido en los sumideros.

Es un proceso que requiere tiempo, si es que lo tiene… Necesita más valentía que tiempo. Más experimentación que técnica. Más búsqueda que producción. Se espera mierda y se caga una criatura inesperada: un mono sin pelo, completamente piel, con la cabeza más grande que el cuerpo, viscoso y con lunares, con cola de rata, una pierna y sin sistema reproductivo. El artista no sabe qué es, pero le gusta.

Se apodera de la transgresión, se desafían las figuras de poder, se fisura el lenguaje. Ahora ha descifrado un código: los símbolos son sangre, las letras son gritos, las palabras abortos. Lo que siente el artista es satisfacción, pero todavía quedan desechos por salir. Mientras tanto, el espectador cae de rodillas y solo le queda rezar al dios perdido. La furia lo condena, siente violencia. No sabe cómo reaccionar.

El proceso digestivo no ha terminado, la guerra primitiva apenas comienza. Se polariza lo físico y lo intangible, pero se sabe algo: se ha plasmado una imagen en el espectador y el impacto visceral lo obligará a hacer parte del ciclo del arte abyecto, a cuestionar su cuerpo y liberar su espíritu.​​​​​​​
(: Gracias :)
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