Faros: Testigos de las olas.
Desde que el hombre se hizo a la mar, los faros han sido testigos silenciosos de sus proezas y desventuras. Erguidos, alerta, cargados de misterio y la mayoría de las veces solitarios, nos iluminan desde lo alto de algún promontorio para mostrarnos el camino.
Con su sola presencia, dominan el paisaje y nos alejan de las costas de peligro.